Los sueños, las ilusiones, son como pajaritas de papel. Vuelan despreocupadas, atrevidas, incansables, quizá inconscientes de su condición y fragilidad. No todas alcanzarán la orilla, y no todas lo saben, pero el vuelo ya merece la pena.
En Navidad, si miras con atención, puedes verlas surcando el cielo. La mayoría parecen grandes y fuertes y aletean con energía. De vez en cuando se ve alguna maltrecha, con el volar cansino, como desfallecida. Pero ahí sigue. Esas pequeñas, llenas de colorines y garabatos, son las de los niños. Hay muchísimas y brillan en la oscuridad, porque están llenas de inocencia, y la inocencia brilla.
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